Me pase uno minutos revisando algunas conversaciones de hace 3 años o mas, en donde encuentro frases, dichos, preguntas y afirmaciones; donde la cual he recordado cosas que jamás debí haber olvidado. El recuerdo un amor platónico que nunca se forjo, que nunca se dijo.

Tenía yo quince años cuando la conocí, ella era una muchacha muy joven, intrépida, dulce, tranquila, tímida y delicada. Si bien no recuerdo eran alrededor de las cuatro de la tarde, una tarde gris y fría. Recuerdo muy bien que me senté al final del salón, y fue en cuanto la vi entrar con pasos de timidez, con la mirada perdida en el gran salón. No recuerdo con exactitud lo que dije pero pregunte por el nombre de aquella niña. Un amigo me respondió con risa y me dijo aquel nombre tierno pero irónico.

Cuatro y quince toca el timbre, y todos nos sentamos, saludos a la profesora, minutos después pasa lista en donde aquella delicada joven se da cuenta que se equivoco de salón puesto que el nombre gracioso no estaba en esa lista. Apresurada e avergonzada pide salir del salón, en donde todos nos reímos a grandes carcajadas y yo con una mirada de impacto la veo salir.
Al terminar dicha clase salí a buscarla pero no logre encontrarla, solo el tenue sonido de su voz circulaba en mis oídos.

Pasaron días, pasaron dos meses en donde la volví a ver, pero ya en mi salón. Esa tarde lo recuerdo con mucha precisión y con gracia. Me senté casi al final de la fila, masticando goma de masca sabor a Mora (me encanta) y mirando la pizarra. Casi al instante de sentarme entra una amiga, que me pide un chicle, la cual se lo di. Segundos más tarde la veo entrar, me rio muy fuerte y ella me mira. Vuelvo a mirar la pizarra haciendo globos con la goma de mascar en donde siento una mano fría que me toca entre hombro y el cuello y escucho: “mi amiga quiere un chicle”, volteo con suma rapidez y digo: “normal…” (Me sale una sonrisa tímida y confusa), fue allí donde comenzó todo esa odisea que nunca llego a terminar yo supongo.

Al poco tiempo nos hicimos grandes amigos, nos fastidiábamos, nos reíamos. Pero siempre al termino de la clase un: “hasta luego, hablamos por la web, ¿okey?…” y así era casi todos los días, pero no todos, algunos nos quedábamos hablando en grupo, donde yo por supuesto me burlaba de su ingenuidad.

A las semanas me enteré por una amiga nuestra que yo le gustaba, (así me comentaban algunas amigas nuestras) para mi era muy confuso y me daba algo de vergüenza. Así que decidí tomar la posta de presentarle a mi mejor amigo para que le saque todo. No paso más de dos horas en donde el me comenta, que si era cierto lo que me afirmaban con tanta alegría y asombro. Mi reacción no fue lo esperado, más bien fue un:
- “Jajajaja, carajo hombre, esto que si esta muy muy bueno… pero a mi también me gusta ella. Lastima que prefiera las mayores...”

El tiempo pasó y todo quedo en el olvido. Y que más que un Para no olvidar las afirmaciones sin documentos en donde nuestros rumbos fueron en distintos aviones y quede mas loco que el Dr. Socolinski. Solo Espero volver encontrarme contigo y hablar del pasado que nunca dialogamos, ya que el viento me susurro al oído, tal vez, algunas falsas mentiras o verdaderas afirmaciones.

Ahora me siento triste y solo, pasan los días y cada día recuerdo aquella época donde el bailar era una distracción. Por el momento mato las horas escribiendo blasfemas a mi substancial existencia. Solo tengo a mi filial de letras y cotillos, con el cual refutamos de nuestra existencia.