Mientras me alistaba, encontré un globo que me gustaba de pequeño, lo agarre y lo metí a mi bolsillo, salí y me quede mirando el pasadizo, trataba recordar en que lo había olvidado. Fue entonces que por mi cabeza paso algunas rimas de música, que me recordó que no necesito esa luz por el momento, aun brillo sin ayuda. Después de eso me puse de pie y camine sin rumbo, mirando el horizonte mientras el frio carcomía mis dedos. Camine por horas a un ritmo lento, ¿qué se suponía que haría?, me sentía solo, abatido y aburrido. Trate de fumar pero el cigarro no prendió, trate de tomar pero la botella no se abrió, trate de reír pero la risa nunca llego.
Fue entonces que llego las 7 de la noche, hora perfecta para caminar rápido, prender un cigarro y odiar hasta más no poder. Agarre mi celular y lo tire, pero antes saque mi chip. Quería perderme de este mundo, quería irme a otra dimensión en donde pudiera encontrar al menos algo de risa. Camine tanto que termine esa avenida en menos lo que esperaba y eso que no era pequeña. En la recta final había una banca que sigilosamente cuidaba ese mar tempestuoso y mitológico. Me senté y prendí una vela, que no se apagaba mas aun el viento sople con mayor intensidad. Me habré quedado al menos unos minutos para regresar a mi punto de inicio. Cuando de la nada recordé que no necesitaba de esa cosa, los saque del bolsillo, lo mire, lo aprecie y finalmente lo tire al mar. Solo observe como se hundía en lo más profundo de aquella playa.
Al regresar a mi punto de inicio supe que lo había olvidado y no recordé porque camine un largo tramo hasta botar esa cosa. Sonreí y me eche en esa banca mirando el cielo. Me cogí el bolsillo y encontré mi globo, lo infle y lo solté. Así fue como deje a esa cosa irse hacia el infinito para no volver.
04:34 a.m. - 2 de diciembre 2008
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